En la era digital, la memoria se desvanece lentamente
The New York Times Ensayo por Jenny Lyn Bader
Sábado 22 de Septiembre de 2007
Los cantantes olvidan la letra, las reinas de la bellezatrastabillan en las entrevistas de los concursos, todos experimentamos disfuncionescerebrales momentáneas y lagunas desarrollo de técnicas de memoria. ¿Pero porqué culpar a las víctimas? Simplemente son productos de una cultura que no hacevaler el Se ha vuelto fácil olvidarse de enseñar a los jóvenes a recordar. Elideal victoriano del conocimiento enciclopédico quedó atrás. Con la actualexplosión de información, una persona no podría saberlo todo. Y esa mismapersona ni siquiera se ve motivada a saber un poquito –ciertamente nomemorizando.
A medida que aumenta el espacio de almacenamiento en los chipsinformáticos, el almacenamiento humano de datos disminuye. Con los celulares,ya nadie sabe ni los números de teléfono. Con el auge de los motores debúsqueda en la web, datos que solían estar guardados en nuestros cerebros ahoraestán en la punta de nuestros dedos, si es que recordamos nuestras contraseñas.
El discurso y el recitado, que constituyeron en su momento loselementos centrales del sistema escolar estadounidense, prácticamente noexisten. Los programas de retórica en las universidades se han reducido, sefusionaron con los departamentos de comunicaciones o directamente han sidoeliminados.
"Ya no tenemos ese tipo de cultura oral", señaló JamesEngell, autor de The Committed Word: Literature and Public Values (Lapalabra empeñada: literatura y valores públicos), que dicta un curso deretórica en http://www.harvard.edu. "Estamos en una cultura que devalúa elsentido de la memoria." Cuando John Quincy Adams enseñaba poco después dela Revolución Americana, "la retórica abarcaba la filosofía, el desarrollodel gusto literario, la prosa intelectual, la apreciación estética y lapresentación oral", dijo Engell. "El objetivo superior de todo estoera lo que se denominaba phronesis, o sabiduría práctica".
Para la profesora Catherine Robson, de lahttp://www.ucdavis.edu, también existe "un legado más antiguo en laeducación estadounidense donde la recitación era el modo pedagógicoconvencional".
Memorizar poesías es algo que persistió aun cuando otrosaprendizajes de memoria desaparecían. Pero nadie pudo probar que ayudara a lamente a desarrollarse: "Ésa fue una de las grandes justificaciones en losúltimos años del siglo XIX". Robson agregó: "Después apareció todauna batería de tests psicológicos y lo único que pudieron descubrir es quememorizar poesía ayuda a memorizar poesía." Pero los científicoscontemporáneos han descubierto que los ejercicios de memorización puedenretardar la demencia, introduciendo un nuevo mundo de "neuróbica". Lamemoria necesita ejercitarse igual que los músculos abdominales. Losinvestigadores han probado incluso que recitar poesía en hexámetros dactílicos,una forma de métrica, puede ayudar a sincronizar las pulsaciones con larespiración. Por supuesto, la tradición oral ha ido decayendo desde la antigüedad.Platón describe el problema en su Fedro, donde un dios le ofrece al rey Thamusel don de escribir como ayuda a la sabiduría y la memoria; el rey dice nogracias –no haría más que debilitarlas.
La propagación de la lectura y la escritura y la tecnologíaliteraria sí socavaron la tradición oral, que generó una crisis decomunicación; esto según Eric Havelock en su libro The MuseLearns to Write (La musa aprende a escribir) se reflejaría en la modernidad.
La falta de lectura y las tecnologías complican el problema,volviéndonos más escasos de memoria. El hecho de que carezcamos de tiempo dereflexión no ayuda. "La idea de dedicar una cantidad de tiempo a una solacosa o a una poesía sola o a un dato solo nos parecería una pérdida de tiempoporque podríamos estar haciendo varias tareas a la vez", dijo JoanGussow, profesora de la Escuela de Profesores de Columbia en NuevaYork. Incluso en los intentos más recientes de revivir la tradición oral hafracasado. Hoy, a quienes son capaces de recitar obras largas de memoria se losconsidera excepcionales.
"Cuando era chico, teníamos que memorizar aShakespeare", comentó el dramaturgo A.R. Gurney."Una de las razones por las que me gusta trabajar en el teatro es que elteatro no solo dignifica la idea de memoria sino que también es una formaartística que recurre a la memoria cultural." Gurney se sorprendió cuandoCartas de amor, que él escribió como una obra literaria, fue considerada unaobra de teatro e interpretada con guiones por actores que no tenían quememorizar ni una palabra. Muchos actores son seducidos con la promesa de pocoensayo y ningún esfuerzo para la memoria. "Leer un guión inició unatendencia poco útil para la cultura", dijo Gurney.